Normas
de escritura del relato:
1.
Antes de escribir, leed todos los textos anteriores, escritos por
personas de la clase para continuar el original de Ivet y Anna
(escogido entre todos). Se ha de escribir entre las personas que
forman la pareja.
2.
Seguid el relato de las personas que ya han ido continuando el
inicial pero debéis aportarle más argumentos, más riqueza de la
trama, quizá más personajes, dosis de intriga para que quien lo lea
lo siga.
3.
Recordad las explicaciones sobre la narrativa. En un relato predomina
la narración pero, cuando se introduzca un nuevo personaje, un
lugar, un espacio o un ambiente se debería describir.
4.
Vigilad con las faltas de ortografía.
5.
Condiciones: escribid un documento de texto en Arial, 12. Entre 25 y
30 líneas. Título del documento: Relato colaborativo.
6.
Hay que cumplir con los plazos previstos aquí abajo para escribirlo.
7.
El resultado final es la suma de la inteligencia colectiva: la
imaginación, la creatividad, la mejora de la historia, etc.
8.
El relato NO se escribe en clase: cada pareja ha de buscar la forma
de verse para hacerlo: en el tiempo de patio en la biblioteca, en un
sitio concreto fuera del instituto, por Google Docs, etc.
9.
Cada texto escrito y enviado ha de tener el nombre de la pareja y se
envía como archivo adjunto (NO en PDF) al correo:
gonzalezprieto@iestorredelpalau.cat
Orden
y días en que el texto escrito ha de haberse enviado
(La
fecha de aquí abajo significa que, antes de que llegue el día
siguiente a esa fecha, el texto se ha de enviar al correo electrónico
anterior)
Martes
15 de enero: Jan Torres y Joan Martínez.
Viernes
18 de enero: Laia Redondo y Laura Bayod.
Lunes
21 de enero: Nadia Santacruz y Marta Vidal.
Jueves
24 de enero: Oriol Tapia y José Puertas.
Domingo
27 de enero: Laura Guerra e Isamar Matarín.
Miércoles
30 de enero: Jorge Gemas e Iván Almécija.
Viernes
2 de febrero: Elíes Soler y Albert Soto.
Martes
5 de febrero: Amira Ayouch y Gemma Roy.
Viernes
8 de febrero: Éric Sacristán.
Lunes
11 de febrero: Arnau Cervelló.
Jueves 14 de febrero: Ivet Jiménez y Anna Serra. Final del relato.
Jueves 14 de febrero: Ivet Jiménez y Anna Serra. Final del relato.
EL
RELATO INICIAL DE IVET JIMÉNEZ Y
ANNA SERRA QUE SE HA DE SEGUIR
Juan
era un niño de 10 años que vivía en Inglaterra con su familia.
Anteriormente su vida era perfecta, con muchos amigos que lo
apreciaban, tenía dinero, le compraban todo lo que quería. Incluso
era el niño que más conocía toda la ciudad entera, era el líder
de la clase, pero al morir su padre todo cambió. Nada era lo mismo,
su actitud cambió, ya no quería tener amigos y todo el mundo se
volvió negro para él, su familia lo querían mucho, pero Juan no
tenía amigos, los chicos de su escuela se metían con él por su
pequeña estatura, le hacían bullying, le metían la cabeza en el
water y otras cosas repugnantes y asquerosas. Cada día, a cada hora
y a cada minuto se metían con él por no tener padre, lloraba y
lloraba en los rincones más solitarios de toda la escuela. Ahora
mismo su único apoyo en estos momentos era su familia y su perro
Starky, un pastor alemán bien grande, él se sentía protegido a su
lado, sentía que nadie le podía hacer nada junto a él, era su
mejor amigo, le contaba todos los secretos, lloraba junto a él, se
reía e incluso jugaba a la pelota, a hacer carreras, a ir por el
bosque y muchos juegos más que le encantaban. Su juego favorito era
cuando en verano iban a la playa, se metían en el agua y empezaban a
salpicarse y saltar. Así era su dura y triste vida en estos
momentos. Pero todo cambió cuando...
Juan Martínez y Jan Torres
En
Verano se presentó a su casa una persona que resultó ser el hermano
de su padre, su tío, al enterarse que había fallecido.
Nunca nadie había
hablado de él , se quedó muy sorprendido, ya que el tío suyo era
una persona que siempre estaba viajando.
Le gustaba mucho la
arqueología y estaba siempre en países buscando piezas antiguas
para los museos.
El
tío pregunto a la madre si se lo podría llevar esas vacaciones con
él, que así Juan no estaría tan triste y que conociera mucha
gente, incluso le ayudaría en las excavaciones para buscar fósiles.
Eso a Juan le gustaría mucho.
El
niño se quedó pensativo , entonces su tío le cogió la mano y lo
llevó a la sala de estar y habló con él, le preguntó “si quería
vivir una gran aventura”.
Juan
no sabía qué hacer, no quería dejar a su madre sola y el tío le
dijo que serían unas vacaciones de un mes y que su madre no estaría
sola, Starky estaría con ella.
Al
día siguiente salía para destino Perú, a unas antiguas ruinas de
un templo inca.
Juan
se quedó con la boca abierta, presentía que estas vacaciones
serían las mejores que hubira pasado nunca.
La
llegada del aeropuerto fue muy agradable. Estaban allí esperándoles
con un 4x4, le dieron una mochila, unas botas, y una gorra.
Se subieron al
coche, y comenzaron el viaje, llegaron a unas antiguas ruinas. Juan
se quedó paralizado al ver todas las tiendas de campaña que había
y con todo lo que habían encontrado:joyas, piezas con escritos
antiguos, máscaras, utensilios de cocina...
Lo
que más le llamó la atención fue una especie de sable .
Su
tío le entregó un rastrillo y le dijo: “Ya puedes comenzar tu
aventura”. Comenzó a rastrear cuando...
Laia Redondo y Laura Bayod
Se alejó a unos metros
de su tío Mariano, vio algo extraño. Observó algo que sobresalía
de la arena. Sin pensárselo, se puso a cavar. Al fin, encontró un
cuerpo humano, aún era visible su rostro y la ropa que llevaba. El
cadáver no estaba en perfectas condiciones ya que hacía tiempo que
el hombre había fallecido. Juan se quedó un rato observándolo, sin
saber qué hacer. Su cara le parecía muy familiar, como si lo
conociera. De golpe dio un salto hacia atrás. Ese cadáver resultaba
ser su padre. Sé quedó unos minutos en blanco. Cuando reaccionó,
decidió ir a buscar a su tío. Juan aún boquiabierto, llorando,
llevó a su tío agarrado de la mano hasta donde se encontraba su
padre. Por mucho que Mariano le preguntase a dónde lo llevaba, Juan
no decía ni una sola palabra. Al situarse delante del muerto,
Mariano se quedó sin hablar. Contemplando el cadáver de su hermano,
giró la mirada hacía Juan, que estaba llorando desesperadamente.
Los dos se preguntaban cómo había podido llegar el cuerpo hasta
allí. ¿Cuándo le habían matado? ¿Cómo? ¿Por qué?
Tras mirarse de nuevo,
empezaron a avisar a las personas que hacían el viaje con ellos.
Toda la gente que había dejó de hacer sus tareas y se dirigieron
hacía Mariano y Juan, para descubrir lo que les estaban diciendo.
Al ver el muerto, Mariano les comunicó que el fallecido era su
hermano y el padre de Juan. La gente comprendió el llorar de Juan y
la terrible cara de Mariano. Llamaron a médicos forenses de la zona
más próspera para que investigaran el caso. Mientras esperaban la
llegada de los investigadores, se alojaron y montaron las tiendas de
campaña. Juan, al terminar su tienda, se metió dentro y siguió
llorando durante horas.
A la mañana siguiente
llegaron grandes coches que aparcaron donde estaban situadas las
tiendas de campaña. Durante las investigaciones Juan seguía
pensando en la imagen de su padre.
Nadia Santacruz y Marta Vidal
Y esa
imagen no desaparecía... él seguía llorando y recordando momentos
con su padre, pensando cómo el cuerpo de su padre pudo llegar hasta
allí.
Los policías no paraban, buscaban y buscaban, le hicieron una autopsia, cogieron muestras, pero nada de nada, nadie tenía ni idea de cómo el cuerpo apareció allí. Juan se hacía mil preguntas, si el cuerpo de su padre estaba allí, ¿a quién enterraron en su supuesto funeral?. Juan pensaba en Starky y lo bien que le iría que él estuviera en ese momento a su lado...
Al mediodía un policía se acercó a Juan y, con cara de asustado y extrañado, le dio una carta, un papel que habían encontrado hacía nada en el bolsillo trasero del pantalón de su padre.
Los policías no paraban, buscaban y buscaban, le hicieron una autopsia, cogieron muestras, pero nada de nada, nadie tenía ni idea de cómo el cuerpo apareció allí. Juan se hacía mil preguntas, si el cuerpo de su padre estaba allí, ¿a quién enterraron en su supuesto funeral?. Juan pensaba en Starky y lo bien que le iría que él estuviera en ese momento a su lado...
Al mediodía un policía se acercó a Juan y, con cara de asustado y extrañado, le dio una carta, un papel que habían encontrado hacía nada en el bolsillo trasero del pantalón de su padre.
Juan
cogió la carta, no sabía si abrirla, a saber lo que ponía ahí
dentro. Tenía miedo. Estaba muy asustado y mientras abría la carta
se echó a llorar, echaba mucho de menos a su padre...
Pero en cuanto empezó a leer la carta le cambió la cara: “ Hola pequeño, supongo que en este momento estás muy confuso, no quiero que llores, tan sólo quería recordarte que te quiero mucho y que................ NO TE FIES DE NADA NI DE NADIE “.
Pero en cuanto empezó a leer la carta le cambió la cara: “ Hola pequeño, supongo que en este momento estás muy confuso, no quiero que llores, tan sólo quería recordarte que te quiero mucho y que................ NO TE FIES DE NADA NI DE NADIE “.
Juan se
quedó boquiabierto durante unos minutos: no sabía si llorar,
gritar, pegar a alguien, echar a correr, ni siquiera sabía si
confiar en su tío. En ese momento vio a su tío hablar con una gente
extraña, que hasta el momento no había visto por el campamento. Su
tío no parecía nada triste, al contrario. Se estaba riendo y tenía
una cierta cara de malicia. Juan, que no tenia ni idea de qué hacer,
decidió ir a hablar con el policía que le entregó la carta.
Oriol Tapia y José Puertas
Justo
después de darle la carta al agente de policía se fue corriendo, se
sentó en el suelo donde nadie lo pudiera ver y llamó a su madre, le
dijo que cogiera un vuelo rápido hacia Perú y que quedaban en el
aeropuerto, no le dio tiempo ni a dar explicaciones. La madre le hizo
caso y al poco tiempo estaba en el aeropuerto. Juan, sin ayuda de
nadie, llegó al aeropuerto sin problemas, le comentó todo a su
madre y, de lo asustada que se quedó, se desmayó.
Los
dos se fueron hacia un hotel para pasar los días hasta que se
resolviese todo. El tío de Juan, preocupado, no paraba de enviar
mensajes a la madre de él. Cuando llegaron al hotel, dejaron las
maletas y se fueron a las ruinas. No había nadie ni ninguna tienda
de campaña, solo el triste cadáver de su padre. Todo era muy raro.
Cuando estaban cerca de cogerlo, se levantaron por todo el terreno
donde estaban excavando unas paredes inmensas de piedra, sin salida
por ningún sitio, ni el techo. Ellos se asustaron, era como un
especie de laberinto. Justo en el punto que ellos estaban había dos
direcciones, la izquierda y la derecha. Juan pensó que su padre
siempre le decía: “Ante la duda, siempre hacia la izquierda”.
Juan se lo dijo a su madre y no dudaron ni un momento hacia dónde
ir, fueron hacia la izquierda. Era un pasillo oscuro, con ratas
correteando por el suelo y murciélagos volando. De repente se
encendieron unas llamas colgadas en la pared y, de pronto, a lo lejos
vieron cómo una pelota gigante de piedra iba a toda pastilla girando
en dirección contraria a la que iban ellos. Empezaron a correr en
sentido contrario pero parecía que la pelota de piedra les iba a
alcanzar en algún momento.
Juan y su madre corrían despavoridos y, sin querer, pisaron una piedra que era la que activaba las trampas. Estos no sabían que habían pisado la piedra; tenían la mosca detrás de la oreja y entonces se giraron y vieron que iban lanzando flechas desde la pared. Ahora ellos no pensaban en otra cosa que salir de esa especie de laberinto y a ver qué era lo que estaba pasando.
Laura Guerra e Isamar Matarín
Juan y su madre corrían despavoridos y, sin querer, pisaron una piedra que era la que activaba las trampas. Estos no sabían que habían pisado la piedra; tenían la mosca detrás de la oreja y entonces se giraron y vieron que iban lanzando flechas desde la pared. Ahora ellos no pensaban en otra cosa que salir de esa especie de laberinto y a ver qué era lo que estaba pasando.
Laura Guerra e Isamar Matarín
Y
entonces fue cuando Juan se despertó de esa terrible pesadilla. Se
miró en el espejo y pudo contemplar que su madre y él seguían en
ese hotel, sanos y salvos. Lo peor de todo es que aún no se había
acabado del todo esa pesadilla, Juan quería que todo volviera a ser
como antes. Deseaba que estuviera allí su padre para poderlo abrazar
y sentir que todo iba a salir bien. Pero terriblemente eso ya no
podría ser nunca, tan sólo le quedaban recuerdos de él.
Ese
mismo día su madre y Juan decidieron ir a las ruinas para observar
cómo lo habían dejado todo. De repente se escuchó un sonido muy
raro y Juan no podía creerse que estaba sucediendo todo lo de aquel
sueño. Se quería ir, no podía soportar que pasara lo mismo así
que, antes que alguna flecha le alcanzara, cogió a su madre y se
fueron corriendo hasta encontrar alguna salida. Juan deseó con todas
sus fuerzas poder salir de ahí. Después de media hora corriendo,
donde ya no tenían más fuerzas, les faltaba el aliento y ya habían
perdido las esperanzas por fin vieron una salida. Era un túnel
grandioso, por lo menos podían caber 500 personas. Sus rostros se
iluminaron y con entusiasmo salieron de allí. No se podían creer
que ese túnel misterioso les había conducido hasta el hotel. No
entendían nada y mil preguntas les circulaban por la cabeza. ¿Los
estaban siguiendo? ¿Quieren matarlos? ¿Por qué tantos misterios?
¿Qué querían de ellos? En ese momento Juan se acordó de su perro
Starky y una lágrima cayó.
Quería
volver a su casa y poder estar con él, olvidarse de todo y seguir
con sus vidas pero todos sabían que ya nada volvería a ser como
antes. Juan le comentó a su madre todo lo que pensaba y que quería
volver. Pero pensaba en su padre y en quién podían ser esos hombres
pero se arriesgaron y se fueron. Cogieron el primer vuelo y cuando
llegaron a casa pasó algo espantoso. Todo había cambiado; las
calles, las casas, los árboles, la gente, los supermercados...No
entendían nada. ¿Cuánto tiempo habían estado fuera? Unos hombres
los estaban esperando allí, en su casa.
Jorge Gemas e Iván Almécija
Juan y
su madre se quedaron de piedra al ver aquellos hombres. Eran tres
personas, con el mismo sombrero y las mismas gafas de sol. Tenían
trajes pero no eran exactamente igual, uno de los trajes era negro
como la oscuridad, otro era azul muy oscuro casi negro, y el otro un
gris también muy oscuro. Los pantalones eran distintos: uno de los
pantalones tenía rayas verticales, el de al lado tenía rayas
horizontales, y el último no tenía ni una sola raya, ni vertical ni
horizontal. Los zapatos sí eran idénticos.
La madre
de Juan hizo varias preguntas pero no tantas como Juan les hizo, por
ejemplo:¿qué queréis de nosotros? ¿qué buscáis? ¿Qué ha
pasado en este sitio?... y más preguntas que no entendían. Aquellos
hombres se llamaban “la pantera negra” los cuales eran un grupo
de terroristas que querían una cosa para hacer algo malvado.
Al
saberlo la madre de Juan, se asustó bastante y no era normal en ella
asustarse tanto como lo estaba en aquel instante. Juan no paraba de
hacer más preguntas pero lo que quería saber era: ¿fuisteis
vosotros los causantes de la muerte de mi padre?. Aquel trío dijo
que sí, que ellos mataron a su padre. Juan no paraba de repetir
gritando cada vez más y más que por qué lo mataron. Respondieron
que lo mataron porque necesitaban algo que él tenía. La madre de
Juan se asustaba más y más. Aquellos hombres comenzaron a reírse y
miraron a la madre. Aquellos tres le preguntaron si ella tenía lo
que buscaban. Respondió que no sabía qué querían, con una voz
rara, porque estaba asustada. El trío aquel dejó de sonreír y
volvieron a preguntar lo mismo pero gritando. La madre comenzó a
llorar y dijo que ella no sabía nada. Los hombres se acercaron y le
pegaron una hostia que sonó por toda la casa. Juan se acercó a los
hombres enfadado y le pegó un puñetazo a uno de ellos y le dieron
una patada en la cara y lo dejaron en el suelo. Los hombres le
dijeron que si no decía dónde estaba lo que buscaban acabarían
igual que su padre pero ella siguió diciendo que no sabía nada. Los
hombres se enfadaron y se fueron pero antes de cerrar la puerta,
dijo: “te arrepentirás de no haber dicho nada”. Pegó un portazo
y se fueron.
Elíes Soler y Albert Soto
Juan
no podía parar de llorar y, aprovechando que el grupo de la pantera
no estaba pendiente de lo que hacían, decidió escaparse de casa e
ir al trabajo de su padre, a ver si podía sacar más
información.
Estuvo como dos horas intentando llegar, hasta que recordó un momento de su vida cuando era muy pequeño, que su padre siempre iba por un túnel subterráneo situado al lado de su escuela. Juan, ahora que sabía la verdad, se creía cualquier cosa que le dijeran o que pensara, cuando antes pensaba que su padre era un biólogo marino.
Juan decidió ir a probar por el túnel qué recordaba. Estuvo andando un buen rato hasta que llegó a una pared de piedra donde, enfadado por no haber encontrado nada, le dio un golpe y se abrió, ahora todo era normal, ya no se sorprendía. Al pasar por la pared que se le abrió, rápidamente le dijo una persona, - ¿Tú quién eres? -, Juan, al decir que era el hijo de su padre, todo el mundo se quedó quieto y fue cuestión de segundos para que llegara Martina, compañera de su padre. Martina le estuvo enseñando todo a Juan y explicándole todo lo que pasó y por qué el grupo de la pantera negra mató a su padre. Juan, sabiendo la verdad, solo quería vengarse de esa banda, pero Martina lo cogió y le dijo: “Primero tendrás que aprender todo el mundo del espionaje”.
El grupo de la pantera no se podía creer que un niño se les hubiera escapado, pero ahora más que nunca tenían ganas de matarlo, como hicieron con su padre.
Juan decidió quedarse a vivir allí, sabiendo que a su madre nunca le harían daño porque sin ella no podrían encontrar lo que buscaban. La pantera tenía a su madre de esclava, pero ella sabía que algún día su otro hijo volvería a ayudarla y a recuperar la paz.
Habían pasado ya cinco años desde lo ocurrido, Juan se había hecho mayor, ya no le temía a nada y un día Marina y el resto de la gente le dijeron: “¿estás preparado? Es el momento”.
Estuvo como dos horas intentando llegar, hasta que recordó un momento de su vida cuando era muy pequeño, que su padre siempre iba por un túnel subterráneo situado al lado de su escuela. Juan, ahora que sabía la verdad, se creía cualquier cosa que le dijeran o que pensara, cuando antes pensaba que su padre era un biólogo marino.
Juan decidió ir a probar por el túnel qué recordaba. Estuvo andando un buen rato hasta que llegó a una pared de piedra donde, enfadado por no haber encontrado nada, le dio un golpe y se abrió, ahora todo era normal, ya no se sorprendía. Al pasar por la pared que se le abrió, rápidamente le dijo una persona, - ¿Tú quién eres? -, Juan, al decir que era el hijo de su padre, todo el mundo se quedó quieto y fue cuestión de segundos para que llegara Martina, compañera de su padre. Martina le estuvo enseñando todo a Juan y explicándole todo lo que pasó y por qué el grupo de la pantera negra mató a su padre. Juan, sabiendo la verdad, solo quería vengarse de esa banda, pero Martina lo cogió y le dijo: “Primero tendrás que aprender todo el mundo del espionaje”.
El grupo de la pantera no se podía creer que un niño se les hubiera escapado, pero ahora más que nunca tenían ganas de matarlo, como hicieron con su padre.
Juan decidió quedarse a vivir allí, sabiendo que a su madre nunca le harían daño porque sin ella no podrían encontrar lo que buscaban. La pantera tenía a su madre de esclava, pero ella sabía que algún día su otro hijo volvería a ayudarla y a recuperar la paz.
Habían pasado ya cinco años desde lo ocurrido, Juan se había hecho mayor, ya no le temía a nada y un día Marina y el resto de la gente le dijeron: “¿estás preparado? Es el momento”.
Juan
se quedó pensativo un rato hasta que dijo convencido: “Si, estoy
preparado”. En aquel momento entró Toni, era el hombre que ayudó
a Juan a convertirse en un espía profesional, se acercó y le dijo
al oído “ Mucha suerte, y recuerda: no te dejes engañar, aveces
las personas no son lo que parecen” .
Juan
asintió y se fue con todo lo que necesitaba. Al llegar fuera sintió
una extraña sensación, como si todo lo que viera fuera un engaño.
No se dejó afectar por aquella extraña sensación y empezó a
caminar hacia el aeropuerto donde se encontró la primera vez a su
madre.
Al
llegar le vinieron a la cabeza todos los recuerdos de hace cinco
años, empezó a sentir emociones que no sentía desde hace mucho
tiempo. Pero tuvo que seguir adelante dejando atrás el pasado, como
un simple recuerdo. Fue al hotel para buscar pistas sobre dónde se
podrían haber llevado a su madre, ¿qué era lo que buscaban? Esa
pregunta le rondaba la cabeza. Encontró una nota escrita por su
madre con una dirección, pidió un taxi para que le llevara. Al
llegar se encontró un una casa medio derruida y en muy malas
condiciones. Comprobó de nuevo la nota para asegurarse de que no se
había equivocado, porque dudaba mucho que alguien pudiera estar ahí
dentro. Entró en un bar que estaba en la misma calle, para preguntar
si allí vivía alguien. Cuando lo preguntó le dijeron que no, que
esa casa llevaba años abandonada, les dio las gracias por la
información y se fue. Se dio cuenta de que la única forma de
descubrir si allí dentro estaba su madre o no era entrando. Así que
entró en la casa forzando ligeramente la puerta, el suelo era de
madera y crujía al andar, las paredees estaban roñosas. Empezó a
investigar para ver si encontraba a su madre por alguna parte, subió
las escaleras que daban al segundo piso donde se escuchaba voces,
salía luz de la rendija de la puerta de una de las muchas
habitaciones que había, fue hacia la puerta, la abrió y se
encontró...
Y
se encontró un candelabro con una vela a punto de consumirse, como
si lo hubiesen puesto allí solamente para distraer, pero fue en ese
mismo momento en el que Juan se dio cuenta de que detrás de la
puerta había un cuchillo ensangrentado con una nota escrita a mano,
con una caligrafía impecable. Al verla se acercó a ella y descubrió
que decía: “Tu mente te da vueltas, no sabes qué pensar, en el
momento en el que este misterio resuelvas, te vas a horrorizar”.
Y
de repente un gran estallido se oyó, miró por una de las ventanas y
vio a uno de los “panteras negras” con una ametralladora
intentando entrar en el bar de la calle. Juan intentó cogerle, pero
en el momento en el que intentó agarrarle y sacarle la
ametralladora, el pantera negra se giró, le miró y le dijo: “¡Te
tengo!”
Juan
intentaba agarrarle pero no podía, era como si le fuese superior, se
le durmieron los brazos y las piernas, los pulmones, empezó a ver
borroso y, de repente, bajo los pies, se le abrió un agujero, negro,
y en ese momento se le aparecieron todas las siluetas de la gente que
amaba, sus padres, abuelos, tíos, Starky… Todas las siluetas eran
negras excepto la de Starky, que era de un color cian. Juan no lo
entendía pero al mirar todas las siluetas sentía un gran dolor
menos con la de su fiel perro. En el momento en el que se dio cuenta
de esto, el agujero absorbió a todo cuanto le rodeaba.
Le
entró el pánico, estaba inmerso en la nada, no notaba ninguna parte
de su cuerpo, no podía respirar, no había aire, le dolían los
pulmones pero aún y así no se desmayaba, seguía vivo, y pensó…
“¿Y si las siluetas significan toda la gente que me está
ocultando algo? ¿O las que han muerto? ¿O las que mataran?
Ivet JIménez y Anna Serra
Ivet JIménez y Anna Serra
Entonces
la silueta de Starky pasó de color cian a oscurecerse y oyó los
ladridos de Starky. Oía como si llorara, no sabía exactamente qué
le estaba pasando, necesitar saber, resolver ese misterio, descubrir
si su madre seguía viva y abrió los ojos. Se encontraba tumbado en
el suelo con una aguja clavada en su brazo izquierdo, justo en el
sitio donde te pinchan cuando te vacunan. Se la quitó cuidadosamente
con tal de intentar no hacerse daño pero fue imposible. Su brazo
empezó a sangrar y, con las pocas fuerzas que le quedaban, se
levantó y se arrancó un trozo de su camisa. Con cierto cuidado
rodeó la herida con ese trozo de tela para poder cortar la
hemorragia y lo consiguió. Él estaba decidido a descubrir la
verdad, volvió dentro de esa casa y a lo lejos vio un cuerpo. Se fue
acercando con cierto temor hasta llegar a él y era... El cuerpo de
su madre. No, no podía ser, su madre la que siempre le ayudó y
apoyó en todo, la mujer que le había dado la vida estaba ahí
tumbada en el suelo inconsciente. Se agachó para comprobar si
respiraba pero nada, no dio resultado, su madre estaba completamente
muerta. Empezó a llorar, pero paró de golpe. De la misma rabia que
le comía por dentro sacó todas las fuerzas que le quedaban y
decidió subir a la planta superior de la casa. Silenciosamente subió
un escalón, luego otro, luego otro hasta llegar arriba. Oyó unos
ladridos, pero no eran cualquier ladridos, eran unos ladridos tristes
llenos de temor. Poco a poco avanzó hasta llegar el lugar de esos
ladridos. No se podía creer lo que estaba viendo, ¡Era Starky! Y
uno de los pantera negra le estaba maltratando, así que él corrió
hasta allí y, con una pistola que tenía bien escondida, le pegó un
tiro pero no cayó, así que le pegó otro, y otro hasta que logró
definitivamente matarlo. Se abrazó a Starky y lloraron juntos,
después regresaron a su nueva casa, donde vivirían juntos para
siempre.
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