jueves, 10 de enero de 2013

"El caso Persus": relato acabado de segundo ESO A



Normas de escritura del relato: 



1. Antes de escribir, leed todos los textos anteriores, escritos por personas de la clase para continuar el original de Gerard y Joel (escogido entre todos). Se ha de escribir entre las personas que forman la pareja. 

2. Seguid el relato de las personas que ya han ido continuando el inicial pero debéis aportarle más argumentos, más riqueza de la trama, quizá más personajes, dosis de intriga para que quien lo lea lo siga.

3. Recordad las explicaciones sobre la narrativa. En un relato predomina la narración pero, cuando se introduzca un nuevo personaje, un lugar, un espacio o un ambiente se debería describir.

4. Vigilad con las faltas de ortografía.

5. Condiciones: escribid un documento de texto en Arial, 12. Entre 25 y 30 líneas. Título del documento: Relato colaborativo.

6. Hay que cumplir con los plazos previstos aquí abajo para escribirlo.

7. El resultado final es la suma de la inteligencia colectiva: la imaginación, la creatividad, la mejora de la historia, etc.

8. El relato NO se escribe en clase: cada pareja ha de buscar la forma de verse para hacerlo: en el tiempo de patio en la biblioteca, en un sitio concreto fuera del instituto, por Google Docs, etc. 

9. Cada texto escrito y enviado ha de tener el nombre de la pareja y se envía como archivo adjunto (NO en PDF) al correo: gonzalezprieto@iestorredelpalau.cat







Orden y días en que el texto escrito ha de haberse enviado



(La fecha de aquí abajo significa que, antes de que llegue el día siguiente a esa fecha, el texto se ha de enviar al correo electrónico anterior) 


Martes 15 de enero: Júlia Sanz y Kelly Jonhson.
Viernes 18 de enero: Álex Vega y Joan González.
Lunes 21 de enero: Anna Cabané y Laia Soriano.
Jueves 24 de enero: Claudia Trigo y Clara Moral.

Domingo 27 de enero: Ferran Nieto y Marc Sánchez. 
Miércoles 30 de enero: Ivette Palma y Jara Martínez.  
Viernes 2 de febrero: Nadia Olet y Rosana Contreras. 
Martes 5 de febrero: Laura Rodríguez, Mireia Redondo y María Combarros. 
Viernes 8 de febrero: Joan Vallejo y Adrià Serra. 
Lunes 11 de febrero: Carlos Romero y Jan Moros. 
Jueves 14 de febrero: Gerard Soler y Joel Solà. Final del relato.




EL RELATO INICIAL DE GERARD SOLER Y JOEL SOLÀ QUE SE HA DE SEGUIR

La casa estaba oscura, Jake estaba en su cuarto estirado encima de su cama, en su reloj marcaban las 12 en punto, pero sus ojos estaban abiertos. La casa estaba en silencio, su hermana Jannie estaba durmiendo profundamente, su perro Sparty estaba tumbado en el sofá, al lado del fuego a tierra, y sus padres en su cama. Intentó cerrar los ojos, pero no podía, sentía un dolor inmenso dentro de su cabeza, pero finalmente consiguió dormirse.

Suena un despertador, Jannie entra por la puerta manifestando su entusiasmo, el comedor estaba lleno de regalos, era Navidad. Pero de repente, Jake, al levantar su mirada vio cómo una persona con pasamontañas cogía a su hermana por la cabeza, y le cortaba las venas del cuello. Una lágrima cayó de su ojo, se levantó de la cama al instante, pero ya era demasiado tarde, el asesino salió corriendo, y se escapó en un coche.
Jake bajó corriendo por las escaleras, pero toda su familia estaba tumbada en el suelo, con un corte en el cuello y llena de sangre por su alrededor. Intentó llorar, pero no le salían las lagrimas, pensó que lo mejor sería llamar a la policía, y al instante lo hizo. Llamo a la policía, pero le contestó una voz muy grave que decía que corriese, que corriese lo más lejos que pudiera, y que no confiase en nadie.



Kelly Johnson y Júlia Sanz


Hubo un momento de duda. No sabía si correr, echarse a llorar o, simplemente quedarse quieto y esperar que el futuro determinara su destino.
Aún podía escuchar la voz de su madre regañándole, a su padre dándole consejos y a su hermana contándole historias fantasiosas, que nunca existieron.
Pero esa voz, el hombre del teléfono... Tenía que correr pero no podía abandonar de esa manera a su familia. Se acercó lentamente a sus padres. El suelo estaba lleno de sangre. Estaba a punto de echarse atrás pero supo que lo menos que podía hacer era despedirse de ellos, decirles adiós, el último adiós. Sería la última vez que los vería. Él siempre se había imaginado que se despediría de ellos al cabo de 40  años mínimo, cuando murieran de forma natural, no de esa manera.
Un halo de tristeza le invadió. Lo hizo rápido. Se acercó a ellos. En esos momentos no les importaba mucho su estado físico; degollados y cubiertos de sangre. Les cerró los ojos y se despidió. Se acercó donde descansaba su hermana, le puso su peluche favorito entre los brazos; era un bonito potro negro con una gran cola. Le dijo adiós y se fue.
Corrió y mientras corría, sabia que no podría descansar tranquilo hasta que no se hubiera hecho venganza.

No sabia cuánto tiempo llevaba corriendo, ¿minutos? ¿horas? Ni siquiera sabía hacia dónde corría. Solo quería ir lo más lejos que pudiera de su casa, su antigua casa porque ya había decidido que jamás volvería, aunque todas sus cosas estuviesen allí y lo más importante: su familia.

Estaba tan destrozado que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando y de que estaba en el pueblo de al lado donde no había nadie por las calles. Sabía que necesitaba dinero, pero ¿cómo lo iba a conseguir? Decidió que buscaría un trabajo y cuando consiguiera el dinero suficiente se iría lejos, muy lejos.

Estaba agotado, se sentó en un banco al lado de una señora mayor. Estuvo allí un largo rato y después la señora se levantó y se empezó a marchar. Después de dar unos pasos se giró y le invitó a ir a su casa. Jake dudo un momento, no conocía de nada a esa señora. Ni siquiera había hablado con ella, pero ¿cómo sabía que estaba en apuros y que no tenía a dónde ir? Se paró un momento, no tenía nada y qué otra cosa podía hacer. Además, no tenia nada que perder así que, sin dudarlo ni un segundo más, se levantó y se marchó con ella.


Àlex Vega y Joan González

Cuando llegaron a casa de aquella anciana notó una presencia extraña, como si algo diabólico que se escondiese en esa casa pero enseguida se le pasó al oler unas hamburguesas friéndose en la cocina. Así que no lo dudó dos veces y se fue a la cocina a ver si la anciana tenía intención de darle algo.
Mientras se comía las hamburguesas, la anciana se fue de la cocina a buscar “su medicamento” pero se fue a buscar un bate de béisbol que guardaba en la habitación de su hijo pero Jake vio que salía su cara en televisión, ofrecían 5.000 euros a quien encontrase y lo llevase a la policía. Jake se levantó de la silla de la cocina y se fue corriendo hacia la puerta pero allí estaba la abuela con el bate de beisbol. Así que intentó darle a Jake, le dio en el brazo pero pudo escapar de la casa de la anciana.
Jake va corriendo hacia un callejón oscuro, pero cuando entra ve una figura que se mueve en la oscuridad. Jake va a mirar qué es y es un hombre sentado en el suelo. Jake se acerca a él. El hombre le sujeta del brazo y se lleva a Jake.
Aquel hombre que cogió a Jake se lo llevó cerca de un embarcadero y el hombre se presenta a Jake. El hombre se llama Nathan. Es alto, con ropa informal y muy fuerte. Le dice Jake que le cubrirá las espaldas porque sabe lo que está pasando. Jake al principio no sabe si hacerle caso porque la última vez que se fue con alguien querían matarlo con un bate pero a Jake le sonaba esa persona de algo. Sí que se quedó con él. Se fueron de aquel embarcadero a casa de aquel hombre.
Cuando llegaron a su casa,entró y el hombre le ofreció algo de comida y de bebida. Jake estaba comiendo en la cocina mientras hablaba de lo que le había pasado con Nathan. Le explicó todo lo que le había sucedido y Nathan le dijo que cuando era pequeño también se le murieron todos los de la familia. Se hizo de noche y Nathan le dejó quedarse a dormir en la habitación de los invitados, así que se puso a dormir mientras que Nathan se fue a dormir al sofá.



Anna Cabané y Laia Soriano

No podía dormir, estaba en casa de un “desconocido”, hacía menos de 24 horas que habían degollado a toda su familia y lo buscaba por lo menos todo el país pensando que él era el asesino de su familia. Empezó a llorar en silencio y le pasó por la cabeza un pensamiento oscuro: suicidarse, era una solución rápida a todos sus problemas. Dejaría de sufrir la pérdida de sus seres queridos y no tendría que preocuparse por nada. Pero en seguida su instinto de supervivencia se hizo notar, y decidió que no abandonaría éste mundo sin antes vengar su pérdida. Sabía que en una noche toda su vida había cambiado para siempre, le habían hecho el peor regalo de Navidad que se le puede hacer a alguien, y aún no sabía por qué a él y no a sus vecinos, por ejemplo. Con estos pensamientos se quedó dormido.
Al día siguiente cuando despertó se dio cuenta de que olía a chocolate caliente y a bollos, y ése fue el error. Por un momento pensó que era su madre la que estaba en la cocina, cuando se dio cuenta de que eso era completamente imposible, ya que su madre aún yacía degollada en el salón de su casa, con su padre y su hermana, y no pudo evitarlo: dos lágrimas saladas rodaron por sus mejillas mientras caía de rodillas al lado de la cama, con la sensación de que nunca más volvería a levantarse.
Estuvo casi media hora en la misma posición llorando, hasta que entró Nathan en la habitación con la intención de despertarlo. Al verlo en el suelo llorando fue corriendo hacia él, lo cogió por los hombros y lo levantó, lo llevó lentamente hacia la cocina, le dio un vaso de agua y le sirvió el chocolate. Jake empezó a beberse el chocolate como un autómata, se movía, pero no era consciente de que lo hacía. Poco a poco empezó a salir del estado de shock, y se dio cuenta de que se estaba muriendo de hambre y atacó el plato de bollos desesperadamente.
Nathan había estado observándole todo el rato y en sus ojos se veía compasión, hasta que rompió el silencio diciéndole que tenían que irse del país, que ése no era un lugar seguro para él y que debían buscar los asesinos de su familia en otro lugar.


Claudia Trigo y Clara Moral

Durante ese día, Jake y Nathan estuvieron intercambiando pequeños detalles sobre lo que vieron cuando degollaron a sus familias. Nathan intentó que Jake le explicara qué fue lo que vio esa mañana, más bien de la apariencia del asesino. Jake no sabía muy bien cómo era, ya que llevaba un pasamontañas y no le pudo ver la cara. También le dijo a Nathan que le pareció ver un pequeño tatuaje en su muñeca derecha donde lo que parecía ser un escudo con una serpiente.
Nathan le explicó a Jake que, cuando murieron sus seres más queridos, él estaba como Jake, en estado de shock, deprimido, lloraba constantemente... pero que eso no le prohibió hacer lo que a él más le gustaba: viajar. Le explicó que cuando fue mayor de edad, decidió que iría a conocer mundo. Durante mucho tiempo, vivió en Cheshire Holmes Chapel, un pequeño pueblo del Reino Unido, y que no sabía el porqué, pero le dijo a Jake que al decirle lo del tatuaje, pensó instantáneamente en aquel pequeño pueblo.

Jake se fue a dormir. Eran ya las 10pm. Estuvo dando vueltas por la cama muchas horas, pensando. Pensando en algo o alguien. ¡Ya está! pensó. Recordó que cuando tenía ocho años, por Navidad, vinieron unos familiares del Reino Unido, de Cheshire. Rápidamente se levantó y se lo contó a Nathan y este le dijo que eso era algún tipo de pista o señal, que no podían perder tiempo. A la mañana siguiente comprarían billetes dirección a Cheshire.

Ellos sólo iban a investigar más a fondo el caso. Querían saber por qué a Nathan se le vino a la cabeza ese pueblo al decirle Jake lo que vio él la muñeca del asesino y si los familiares de Jake sabían algo sobre eso.

No perdían nada yendo ahí.. ¿o si?



Marc Sánchez y Ferrán Nieto



Entonces a la mañana siguiente se fueron hacia Cheshire, prepararon las maletas rápidamente y se fueron.
A las 9 de la mañana salía el tren de la estación, ellos iban corriendo, pero de repente llegaron a la estación y vieron que el tren ya no estaba allí.
Se había ido, habían llegado tarde. El siguiente tren no pasaba asta las 8 de la mañana del día siguiente y tenían mucha prisa, así que decidieron irse en un taxi, pero no fue la mejor idea...
Salieron de la estación de trenes y vieron un taxi y, sin pensarlo dos veces, se subieron y le dijeron al taxista que los llevara a Cheshire.
Para llegar a Cheshire se tiene que pasar por una autopista, salir a la salida 198 y al primer cruce girar a la derecha, pero el taxista no hizo lo mismo. Cuando Jake i Nathan se dieron cuenta el taxista cerró una ventanilla que había entre el conductor y los asientos de atrás.
Los chicos empezaron a gritar socorro y a pedir ayuda con sus teléfonos móviles pero no tenían cobertura ni uno ni la otra.
De repente vieron una montaña y se asustaron mucho porque se pensaban que se iban a chocar, pero cuando faltaban escasos 50 metros se abrió una puerta muy grande en medio de la montaña y se metieron en un túnel muy grande y oscuro. Nathan tenía mucho miedo y Jake se esforzaba para abrir la puerta, pero sus movimientos eran inútiles, lo único que hacía era perder energía.
Después del túnel el conductor les advirtió a través de un micrófono que se callaran y que sus movimientos no servirían de nada.
De repente todo se volvió negro, no se veía nada y sus orejas se taponaban, estaban bajo el nivel del mar.
A medida que iban bajando se les taponaban aún más las orejas, hasta llegar al momento de perder los sentidos y desmayarse.




Nadia Olet y Rosana Contreras



Por fin despertaron, les dolía mucho la cabeza y estaban bastante mareados. Se encontraban en una habitación oscura, atados a una columna, uno a cada lado. Se les aclaró la vista y vieron a dos hombres, uno de ellos se les acercó y les susurró que no hicieran nada, a no ser que quisieran acabar muertos como sus familias. Nathan intentó defenderse, pero no sirvió de nada. Tenían hambre, les dieron un mísero trozo de pan a cada uno. Intentaron no dormirse, por miedo  a lo que les pudiera pasar, pero al final se durmieron.

Al día siguiente se despertaron, no había nadie, aprovecharon la ocasión para intentar escapar, Jake no podía y al intentarlo se hizo bastante daño, por suerte, Nathan llevaba una navaja para según que casos. Cuando consiguieron soltarse se levantaron buscando la salida, pero algo les alertó, una puerta se abrió y allí estaban los dos hombres. Nathan y Jake se abalanzaron hacia ellos, pero eran muy fuertes, los tiraron contra una pared y los volvieron a atar. Les dijeron que no tenían escapatoria. Se morían de hambre y de sed, llegaron a un acuerdo, Jake y Nathan se comportaban y no hablaban durante 3 horas, y ellos les darían otro trozo de pan y medio litro de agua para los dos. Los dos hombres planeaban algo, pero, ¿qué? No había manera de que lo pudieran saber. Pasaron dos horas y estaban casi muertos, les faltaba otra interminable hora para poder comer y beber algo. Cuando de repente los dos hombres comenzaron a discutir entre ellos. Nathan y Jake no entendían qué pasaba, estaban desfallecidos, pero aún así intentaron concentrar su poca energía en la situación. Uno de los hombres comenzó a gritar culpando al otro de algo que los rehenes no entendían. De repente, el otro hombre sacó una pistola del bolsillo de atrás de su pantalón y apuntó directamente hacia la cabeza de su compañero, éste empezó a decir que si tenía lo que hay que tener le disparara y de repente se escuchó un disparo que venía de fuera, salieron corriendo a ver que pasaba y entraron el cuerpo de una chica joven, de unos 20 años, tenía varios disparos, pero el que la mató definitivamente fue la bala que le entró en la cabeza. Los secuestradores de la esperaban, ya que tenían una caja del tamaño de la difunta, la cogieron y la metieron dentro. Jake se quedó sorprendido, ya que reconocía a la muerta, era una de sus familiares de Cheshire. 



Laura Rodríguez, Mireia Redondo y María Combarros



No saben coómo escapar, sabían que si no salían de allí morirían, hasta que a Jake se le ocurrió un plan y comenzaron a hacer el plan de Jake. Jake se desató con la navaja y se escondió detrás de la puerta. Nathan empezó a gritar como un loco poseído: “Jake, ayúdame a salir por la ventana como tú has hecho” agarrando los barrotes de aquella ventana chiquitita. Uno de los secuestradores fue corriendo hacia la ventana y de un golpe Nathan lo tiró contra la pared haciendo que se desmayara. El otro secuestrador fue a ayudar a su amigo pero de detrás de la puerta salió Jake con la navaja y lo mató. Acto seguido también mataron al otro secuestrador. Nathan le cogió la llaves del coche al secuestrador y los dos salieron de la habitación. Delante del coche empezaron a discutir sobre quién iba a conducir, finalmente Nathan le quitó las llaves a Jake de las manos, abrió la puerta del coche, se sentó y lo arrancó. Jake no tuvo más remedio que sentarse a su lado. Por el camino Nathan se chocaba con todas las señales que encontraba, ya que le drogaron y no paraba de chillar.
En medio de camino se les acabó la gasolina, se pararon en medio de un gran bosque con gran parte en cenizas debido a un gran incendio.
Empezaron a andar, andar y andar, hasta que se hizo de noche y vieron una mansión abandonada, se acercaron, abrieron la puerta sigilosamente, entraron y dijeron: ¿Hay alguien? A Nathan le cayó una araña peluda en la cabeza, a Jake no se le ocurrió otra cosa que darle un bofetón en toda la cara para quitarle la araña y Nathan cayó al suelo. Después de una hora Nathan despertó dándole otro tortazo en la cara a Jake.




Joan Vallejo y Adrià Serra



Empezaron a discutir. Cuando, de repente, escucharon el maullido de un gato. Al verlo se asustaron mucho.

A Jake se le quedó la cara muy pálida y a Nathan le empezaron a temblar las piernas. De repente se sintió un ruido de una persona que venía del piso de arriba. Empezaron a correr en busca de un sitio seguro. De repente vieron una puerta vieja de madera agrietada entreabierta, la empujaron y entraron.

Dentro había unas escaleras que iban al piso de arriba. Empezaron a subir.

De golpe sintieron como si el hombre de la mansión se les tirara encima y los cogía por el cuello y se desmayaron.

Cuando se despertaron vieron que estaban amordazados y con las manos atadas. El hombre ya no estaba y Nathan le dijo a Jake que sacase la pequeña navaja que tenía en el bolsillo de atrás, pero notó que no la tenía, se le había caído por las escaleras. Entonces empezaron a llorar,luego vieron a un hombre que estaba medio dormido.
Le preguntaron cómo se llamaba. Le contestó: “Me llamo Luke”. Le dijeron que sí sabía cómo escapar de allí. Él les contestó que sí. Entonces no sabían cómo Luke sacó un cuchillo que se lo sacó del pantalón. Luke los desató y empezaron a correr. Vieron un hombre de espaldas y, sin pensarlo, se tiraron encima de él. El hombre les dijo que solo era un ayudante del jefe. Ellos le dijeron que dónde estaba el jefe, él le contestó que estaba en la puerta que había delante de ellos. Entonces Jake no se lo pensó y le cogió a Luke el cuchillo y se lo clavó en el pecho al ayudante. Se acercaron a la puerta, la abrieron y de repente se encontraron...



Carlos Romero y Jan Moros

Se encontraron un hombre gordo, con traje, apuntándoles con un revólver. Era “el jefe”. Les dijo que entraran, y que se sentasen en unas sillas delante de una mesa de despacho. Cuando estaban sentados, entraron por otra puerta dos hombres corpulentos que los ataron a las sillas, pero no se dieron cuenta de que Jake aún tenía el cuchillo de Luke. Era una habitación muy decorada, pero lo que más impresionaba era un ventanal desde el cual se veía que estaban debajo del mar, y  se veían los peces, el coral...  El jefe les explicó a Jake y a Nathan que les quería matar porque hace tiempo sus familias eran de una banda muy sanguinaria , y mató a la familia del jefe, y quería vengarse. Jake se desató a él y a los otros, y se fueron corriendo hacia la puerta, pero estaba cerrada. El jefe les dijo que los dejaría con vida con una condición...



Gerard Solé y Joel Solà


,pero no les iba a gustar. Tenían que, llevando un chaleco bomba entrar en un banco y amenazarles de que si no les daban todo el dinero..., y ellos aceptaron.
Unos “gorilas” a sueldo les pusieron el chaleco, y les advirtieron que si se lo intentaban sacar explotaría. Los pusieron en un helicóptero que los llevó lejos y, cuando llegaron, vieron que no era un banco normal, sino que era el banco donde el gobierno guardaba todos los fondos de todos los impuestos de la gente. Al bajar del helicóptero Nathan se echó a llorar y, gritando, le dijo a Jake que él no podía hacer eso. Empezó a correr hacia el mar y, una vez allí, se tiró, y cuando estaba en el agua se quitó el chaleco. Una ola gigante pasó por encima de todos y los mojó a todos, desactivando así el chaleco de Jake.
Jake se quitó el chaleco ya que el agua había mojado los cables y se habían estropeado. Pero enseguida los matones se acercaron y le dieron un puñetazo en la barriga. Él se giró y le dio una patada en la pierna del otro, él se cayó al suelo, y Jake le cogió la pistola. Se puso de pie y vio un nombre grabado en la puerta del helicóptero, ponía “Persus”. Supuso que debería ser la organización que había matado a sus padres y, de repente, se acordó de ellos. La rabia se multiplicó en su cuerpo, cogió la pistola y le disparó a la cara del ayudante que se había quedado como un helado, paralizado por el miedo. La policía vino y le empezó a preguntar cómo se encontraba. Él dijo que bien, pero luego se desmayó. Se despertó en un hospital, donde se encontró con uno de los policías que lo había ido a ver. Él le explicó que la organización Persus era una banda que traficaba con armas y drogas. Su padre y la madre de Nathan trabajaban para la C.I.A y habían descubierto la organización, pero el jefe, llamado Mike, los había borrado del mapa. También le explicó que habían capturado a Mike dos horas después de que él se desmayara, intentando escapar a México, y que ahora estaba residiendo en la cárcel. Jake se levantó y el policía lo acompañó hasta la sala donde guardaban los expedientes. Jake se pensaba que estaba en un hospital, pero en realidad estaba en la enfermería de la C.I.A. En la sala de los expedientes sacaron una carpeta y metieron una foto de Jake en un apartado que decía “testigos protegidos”.
El policía cerró la carpeta y le dio a Jake un sello que ponía “caso cerrado”. Le dijo que le concedía los honores. Jake puso el sello en la carpeta y se fijó en su nombre. Ponía: “Caso Persus”.



"La pesadilla de Juan": relato acabado de segundo ESO B



Normas de escritura del relato: 



1. Antes de escribir, leed todos los textos anteriores, escritos por personas de la clase para continuar el original de Ivet y Anna (escogido entre todos). Se ha de escribir entre las personas que forman la pareja. 

2. Seguid el relato de las personas que ya han ido continuando el inicial pero debéis aportarle más argumentos, más riqueza de la trama, quizá más personajes, dosis de intriga para que quien lo lea lo siga.

3. Recordad las explicaciones sobre la narrativa. En un relato predomina la narración pero, cuando se introduzca un nuevo personaje, un lugar, un espacio o un ambiente se debería describir.

4. Vigilad con las faltas de ortografía.

5. Condiciones: escribid un documento de texto en Arial, 12. Entre 25 y 30 líneas. Título del documento: Relato colaborativo.

6. Hay que cumplir con los plazos previstos aquí abajo para escribirlo.

7. El resultado final es la suma de la inteligencia colectiva: la imaginación, la creatividad, la mejora de la historia, etc.

8. El relato NO se escribe en clase: cada pareja ha de buscar la forma de verse para hacerlo: en el tiempo de patio en la biblioteca, en un sitio concreto fuera del instituto, por Google Docs, etc. 

9. Cada texto escrito y enviado ha de tener el nombre de la pareja y se envía como archivo adjunto (NO en PDF) al correo: gonzalezprieto@iestorredelpalau.cat







Orden y días en que el texto escrito ha de haberse enviado


(La fecha de aquí abajo significa que, antes de que llegue el día siguiente a esa fecha, el texto se ha de enviar al correo electrónico anterior) 


Martes 15 de enero: Jan Torres y Joan Martínez.
Viernes 18 de enero: Laia Redondo y Laura Bayod.
Lunes 21 de enero: Nadia Santacruz y Marta Vidal.
Jueves 24 de enero: Oriol Tapia y José Puertas.
Domingo 27 de enero: Laura Guerra e Isamar Matarín.
Miércoles 30 de enero: Jorge Gemas e Iván Almécija.
Viernes 2 de febrero: Elíes Soler y Albert Soto.

Martes 5 de febrero: Amira Ayouch y Gemma Roy. 
Viernes 8 de febrero: Éric Sacristán.
Lunes 11 de febrero: Arnau Cervelló.
Jueves 14 de febrero: Ivet Jiménez y Anna Serra. Final del relato.




EL RELATO INICIAL DE IVET JIMÉNEZ Y ANNA SERRA QUE SE HA DE SEGUIR

Juan era un niño de 10 años que vivía en Inglaterra con su familia. Anteriormente su vida era perfecta, con muchos amigos que lo apreciaban, tenía dinero, le compraban todo lo que quería. Incluso era el niño que más conocía toda la ciudad entera, era el líder de la clase, pero al morir su padre todo cambió. Nada era lo mismo, su actitud cambió, ya no quería tener amigos y todo el mundo se volvió negro para él, su familia lo querían mucho, pero Juan no tenía amigos, los chicos de su escuela se metían con él por su pequeña estatura, le hacían bullying, le metían la cabeza en el water y otras cosas repugnantes y asquerosas. Cada día, a cada hora y a cada minuto se metían con él por no tener padre, lloraba y lloraba en los rincones más solitarios de toda la escuela. Ahora mismo su único apoyo en estos momentos era su familia y su perro Starky, un pastor alemán bien grande, él se sentía protegido a su lado, sentía que nadie le podía hacer nada junto a él, era su mejor amigo, le contaba todos los secretos, lloraba junto a él, se reía e incluso jugaba a la pelota, a hacer carreras, a ir por el bosque y muchos juegos más que le encantaban. Su juego favorito era cuando en verano iban a la playa, se metían en el agua y empezaban a salpicarse y saltar. Así era su dura y triste vida en estos momentos. Pero todo cambió cuando...

Juan Martínez y Jan Torres
En Verano se presentó a su casa una persona que resultó ser el hermano de su padre, su tío, al enterarse que había fallecido. Nunca nadie había hablado de él , se quedó muy sorprendido, ya que el tío suyo era una persona que siempre estaba viajando. Le gustaba mucho la arqueología y estaba siempre en países buscando piezas antiguas para los museos.
El tío pregunto a la madre si se lo podría llevar esas vacaciones con él, que así Juan no estaría tan triste y que conociera mucha gente, incluso le ayudaría en las excavaciones para buscar fósiles. Eso a Juan le gustaría mucho.
El niño se quedó pensativo , entonces su tío le cogió la mano y lo llevó a la sala de estar y habló con él, le preguntó “si quería vivir una gran aventura”.

Juan no sabía qué hacer, no quería dejar a su madre sola y el tío le dijo que serían unas vacaciones de un mes y que su madre no estaría sola, Starky estaría con ella.

Al día siguiente salía para destino Perú, a unas antiguas ruinas de un templo inca.

Juan se quedó con la boca abierta, presentía que estas vacaciones serían las mejores que hubira pasado nunca.

La llegada del aeropuerto fue muy agradable. Estaban allí esperándoles con un 4x4, le dieron una mochila, unas botas, y una gorra. Se subieron al coche, y comenzaron el viaje, llegaron a unas antiguas ruinas. Juan se quedó paralizado al ver todas las tiendas de campaña que había y con todo lo que habían encontrado:joyas, piezas con escritos antiguos, máscaras, utensilios de cocina...

Lo que más le llamó la atención fue una especie de sable .

Su tío le entregó un rastrillo y le dijo: “Ya puedes comenzar tu aventura”. Comenzó a rastrear cuando...

Laia Redondo y Laura Bayod

Se alejó a unos metros de su tío Mariano, vio algo extraño. Observó algo que sobresalía de la arena. Sin pensárselo, se puso a cavar. Al fin, encontró un cuerpo humano, aún era visible su rostro y la ropa que llevaba. El cadáver no estaba en perfectas condiciones ya que hacía tiempo que el hombre había fallecido. Juan se quedó un rato observándolo, sin saber qué hacer. Su cara le parecía muy familiar, como si lo conociera. De golpe dio un salto hacia atrás. Ese cadáver resultaba ser su padre. Sé quedó unos minutos en blanco. Cuando reaccionó, decidió ir a buscar a su tío. Juan aún boquiabierto, llorando, llevó a su tío agarrado de la mano hasta donde se encontraba su padre. Por mucho que Mariano le preguntase a dónde lo llevaba, Juan no decía ni una sola palabra. Al situarse delante del muerto, Mariano se quedó sin hablar. Contemplando el cadáver de su hermano, giró la mirada hacía Juan, que estaba llorando desesperadamente. Los dos se preguntaban cómo había podido llegar el cuerpo hasta allí. ¿Cuándo le habían matado? ¿Cómo? ¿Por qué?
Tras mirarse de nuevo, empezaron a avisar a las personas que hacían el viaje con ellos. Toda la gente que había dejó de hacer sus tareas y se dirigieron hacía Mariano y Juan, para descubrir lo que les estaban diciendo. Al ver el muerto, Mariano les comunicó que el fallecido era su hermano y el padre de Juan. La gente comprendió el llorar de Juan y la terrible cara de Mariano. Llamaron a médicos forenses de la zona más próspera para que investigaran el caso. Mientras esperaban la llegada de los investigadores, se alojaron y montaron las tiendas de campaña. Juan, al terminar su tienda, se metió dentro y siguió llorando durante horas.

A la mañana siguiente llegaron grandes coches que aparcaron donde estaban situadas las tiendas de campaña. Durante las investigaciones Juan seguía pensando en la imagen de su padre.


Nadia Santacruz y Marta Vidal


Y esa imagen no desaparecía... él seguía llorando y recordando momentos con su padre, pensando cómo el cuerpo de su padre pudo llegar hasta allí.
Los policías no paraban, buscaban y buscaban, le hicieron una autopsia, cogieron muestras, pero nada de nada, nadie tenía ni idea de cómo el cuerpo apareció allí. Juan se hacía mil preguntas, si el cuerpo de su padre estaba allí, ¿a quién enterraron en su supuesto funeral?. Juan pensaba en Starky y lo bien que le iría que él estuviera en ese momento a su lado...
Al mediodía un policía se acercó a Juan y, con cara de asustado y extrañado, le dio una carta, un papel que habían encontrado hacía nada en el bolsillo trasero del pantalón de su padre.

Juan cogió la carta, no sabía si abrirla, a saber lo que ponía ahí dentro. Tenía miedo. Estaba muy asustado y mientras abría la carta se echó a llorar, echaba mucho de menos a su padre...
Pero en cuanto empezó a leer la carta le cambió la cara: “ Hola pequeño, supongo que en este momento estás muy confuso, no quiero que llores, tan sólo quería recordarte que te quiero mucho y que................ NO TE FIES DE NADA NI DE NADIE “.

Juan se quedó boquiabierto durante unos minutos: no sabía si llorar, gritar, pegar a alguien, echar a correr, ni siquiera sabía si confiar en su tío. En ese momento vio a su tío hablar con una gente extraña, que hasta el momento no había visto por el campamento. Su tío no parecía nada triste, al contrario. Se estaba riendo y tenía una cierta cara de malicia. Juan, que no tenia ni idea de qué hacer, decidió ir a hablar con el policía que le entregó la carta.


Oriol Tapia y José Puertas

Justo después de darle la carta al agente de policía se fue corriendo, se sentó en el suelo donde nadie lo pudiera ver y llamó a su madre, le dijo que cogiera un vuelo rápido hacia Perú y que quedaban en el aeropuerto, no le dio tiempo ni a dar explicaciones. La madre le hizo caso y al poco tiempo estaba en el aeropuerto. Juan, sin ayuda de nadie, llegó al aeropuerto sin problemas, le comentó todo a su madre y, de lo asustada que se quedó, se desmayó.

Los dos se fueron hacia un hotel para pasar los días hasta que se resolviese todo. El tío de Juan, preocupado, no paraba de enviar mensajes a la madre de él. Cuando llegaron al hotel, dejaron las maletas y se fueron a las ruinas. No había nadie ni ninguna tienda de campaña, solo el triste cadáver de su padre. Todo era muy raro. Cuando estaban cerca de cogerlo, se levantaron por todo el terreno donde estaban excavando unas paredes inmensas de piedra, sin salida por ningún sitio, ni el techo. Ellos se asustaron, era como un especie de laberinto. Justo en el punto que ellos estaban había dos direcciones, la izquierda y la derecha. Juan pensó que su padre siempre le decía: “Ante la duda, siempre hacia la izquierda”. Juan se lo dijo a su madre y no dudaron ni un momento hacia dónde ir, fueron hacia la izquierda. Era un pasillo oscuro, con ratas correteando por el suelo y murciélagos volando. De repente se encendieron unas llamas colgadas en la pared y, de pronto, a lo lejos vieron cómo una pelota gigante de piedra iba a toda pastilla girando en dirección contraria a la que iban ellos. Empezaron a correr en sentido contrario pero parecía que la pelota de piedra les iba a alcanzar en algún momento.
Juan y su madre corrían despavoridos y, sin querer, pisaron una piedra que era la que activaba las trampas. Estos no sabían que habían pisado la piedra; tenían la mosca detrás de la oreja y entonces se giraron y vieron que iban lanzando flechas desde la pared. Ahora ellos no pensaban en otra cosa que salir de esa especie de laberinto y a ver qué era lo que estaba pasando.



Laura Guerra e Isamar Matarín



Y entonces fue cuando Juan se despertó de esa terrible pesadilla. Se miró en el espejo y pudo contemplar que su madre y él seguían en ese hotel, sanos y salvos. Lo peor de todo es que aún no se había acabado del todo esa pesadilla, Juan quería que todo volviera a ser como antes. Deseaba que estuviera allí su padre para poderlo abrazar y sentir que todo iba a salir bien. Pero terriblemente eso ya no podría ser nunca, tan sólo le quedaban recuerdos de él.

Ese mismo día su madre y Juan decidieron ir a las ruinas para observar cómo lo habían dejado todo. De repente se escuchó un sonido muy raro y Juan no podía creerse que estaba sucediendo todo lo de aquel sueño. Se quería ir, no podía soportar que pasara lo mismo así que, antes que alguna flecha le alcanzara, cogió a su madre y se fueron corriendo hasta encontrar alguna salida. Juan deseó con todas sus fuerzas poder salir de ahí. Después de media hora corriendo, donde ya no tenían más fuerzas, les faltaba el aliento y ya habían perdido las esperanzas por fin vieron una salida. Era un túnel grandioso, por lo menos podían caber 500 personas. Sus rostros se iluminaron y con entusiasmo salieron de allí. No se podían creer que ese túnel misterioso les había conducido hasta el hotel. No entendían nada y mil preguntas les circulaban por la cabeza. ¿Los estaban siguiendo? ¿Quieren matarlos? ¿Por qué tantos misterios? ¿Qué querían de ellos? En ese momento Juan se acordó de su perro Starky y una lágrima cayó.

Quería volver a su casa y poder estar con él, olvidarse de todo y seguir con sus vidas pero todos sabían que ya nada volvería a ser como antes. Juan le comentó a su madre todo lo que pensaba y que quería volver. Pero pensaba en su padre y en quién podían ser esos hombres pero se arriesgaron y se fueron. Cogieron el primer vuelo y cuando llegaron a casa pasó algo espantoso. Todo había cambiado; las calles, las casas, los árboles, la gente, los supermercados...No entendían nada. ¿Cuánto tiempo habían estado fuera? Unos hombres los estaban esperando allí, en su casa.




Jorge Gemas e Iván Almécija

Juan y su madre se quedaron de piedra al ver aquellos hombres. Eran tres personas, con el mismo sombrero y las mismas gafas de sol. Tenían trajes pero no eran exactamente igual, uno de los trajes era negro como la oscuridad, otro era azul muy oscuro casi negro, y el otro un gris también muy oscuro. Los pantalones eran distintos: uno de los pantalones tenía rayas verticales, el de al lado tenía rayas horizontales, y el último no tenía ni una sola raya, ni vertical ni horizontal. Los zapatos sí eran idénticos.
La madre de Juan hizo varias preguntas pero no tantas como Juan les hizo, por ejemplo:¿qué queréis de nosotros? ¿qué buscáis? ¿Qué ha pasado en este sitio?... y más preguntas que no entendían. Aquellos hombres se llamaban “la pantera negra” los cuales eran un grupo de terroristas que querían una cosa para hacer algo malvado.
Al saberlo la madre de Juan, se asustó bastante y no era normal en ella asustarse tanto como lo estaba en aquel instante. Juan no paraba de hacer más preguntas pero lo que quería saber era: ¿fuisteis vosotros los causantes de la muerte de mi padre?. Aquel trío dijo que sí, que ellos mataron a su padre. Juan no paraba de repetir gritando cada vez más y más que por qué lo mataron. Respondieron que lo mataron porque necesitaban algo que él tenía. La madre de Juan se asustaba más y más. Aquellos hombres comenzaron a reírse y miraron a la madre. Aquellos tres le preguntaron si ella tenía lo que buscaban. Respondió que no sabía qué querían, con una voz rara, porque estaba asustada. El trío aquel dejó de sonreír y volvieron a preguntar lo mismo pero gritando. La madre comenzó a llorar y dijo que ella no sabía nada. Los hombres se acercaron y le pegaron una hostia que sonó por toda la casa. Juan se acercó a los hombres enfadado y le pegó un puñetazo a uno de ellos y le dieron una patada en la cara y lo dejaron en el suelo. Los hombres le dijeron que si no decía dónde estaba lo que buscaban acabarían igual que su padre pero ella siguió diciendo que no sabía nada. Los hombres se enfadaron y se fueron pero antes de cerrar la puerta, dijo: “te arrepentirás de no haber dicho nada”. Pegó un portazo y se fueron. 


Elíes Soler y Albert Soto

Juan no podía parar de llorar y, aprovechando que el grupo de la pantera no estaba pendiente de lo que hacían, decidió escaparse de casa e ir al trabajo de su padre, a ver si podía sacar más información.
Estuvo como dos horas intentando llegar, hasta que recordó un momento de su vida cuando era muy pequeño, que su padre siempre iba por un túnel subterráneo situado al lado de su escuela. Juan, ahora que sabía la verdad, se creía cualquier cosa que le dijeran o que pensara, cuando antes pensaba que su padre era un biólogo marino.
Juan decidió ir a probar por el túnel qué recordaba. Estuvo andando un buen rato hasta que llegó a una pared de piedra donde, enfadado por no haber encontrado nada, le dio un golpe y se abrió, ahora todo era normal, ya no se sorprendía. Al pasar por la pared que se le abrió, rápidamente le dijo una persona, - ¿Tú quién eres? -, Juan, al decir que era el hijo de su padre, todo el mundo se quedó quieto y fue cuestión de segundos para que llegara Martina, compañera de su padre. Martina le estuvo enseñando todo a Juan y explicándole todo lo que pasó y por qué el grupo de la pantera negra mató a su padre. Juan, sabiendo la verdad, solo quería vengarse de esa banda, pero Martina lo cogió y le dijo: “Primero tendrás que aprender todo el mundo del espionaje”.
El grupo de la pantera no se podía creer que un niño se les hubiera escapado, pero ahora más que nunca tenían ganas de matarlo, como hicieron con su padre.
Juan decidió quedarse a vivir allí, sabiendo que a su madre nunca le harían daño porque sin ella no podrían encontrar lo que buscaban. La pantera tenía a su madre de esclava, pero ella sabía que algún día su otro hijo volvería a ayudarla y a recuperar la paz.
Habían pasado ya cinco años desde lo ocurrido, Juan se había hecho mayor, ya no le temía a nada y un día Marina y el resto de la gente le dijeron: “¿estás preparado? Es el momento”.


Gemma Roy y Amira Ayouch


Juan se quedó pensativo un rato hasta que dijo convencido: “Si, estoy preparado”. En aquel momento entró Toni, era el hombre que ayudó a Juan a convertirse en un espía profesional, se acercó y le dijo al oído “ Mucha suerte, y recuerda: no te dejes engañar, aveces las personas no son lo que parecen” .

Juan asintió y se fue con todo lo que necesitaba. Al llegar fuera sintió una extraña sensación, como si todo lo que viera fuera un engaño. No se dejó afectar por aquella extraña sensación y empezó a caminar hacia el aeropuerto donde se encontró la primera vez a su madre.

Al llegar le vinieron a la cabeza todos los recuerdos de hace cinco años, empezó a sentir emociones que no sentía desde hace mucho tiempo. Pero tuvo que seguir adelante dejando atrás el pasado, como un simple recuerdo. Fue al hotel para buscar pistas sobre dónde se podrían haber llevado a su madre, ¿qué era lo que buscaban? Esa pregunta le rondaba la cabeza. Encontró una nota escrita por su madre con una dirección, pidió un taxi para que le llevara. Al llegar se encontró un una casa medio derruida y en muy malas condiciones. Comprobó de nuevo la nota para asegurarse de que no se había equivocado, porque dudaba mucho que alguien pudiera estar ahí dentro. Entró en un bar que estaba en la misma calle, para preguntar si allí vivía alguien. Cuando lo preguntó le dijeron que no, que esa casa llevaba años abandonada, les dio las gracias por la información y se fue. Se dio cuenta de que la única forma de descubrir si allí dentro estaba su madre o no era entrando. Así que entró en la casa forzando ligeramente la puerta, el suelo era de madera y crujía al andar, las paredees estaban roñosas. Empezó a investigar para ver si encontraba a su madre por alguna parte, subió las escaleras que daban al segundo piso donde se escuchaba voces, salía luz de la rendija de la puerta de una de las muchas habitaciones que había, fue hacia la puerta, la abrió y se encontró... 


Arnau Cervelló

Y se encontró un candelabro con una vela a punto de consumirse, como si lo hubiesen puesto allí solamente para distraer, pero fue en ese mismo momento en el que Juan se dio cuenta de que detrás de la puerta había un cuchillo ensangrentado con una nota escrita a mano, con una caligrafía impecable. Al verla se acercó a ella y descubrió que decía: “Tu mente te da vueltas, no sabes qué pensar, en el momento en el que este misterio resuelvas, te vas a horrorizar”.

Y de repente un gran estallido se oyó, miró por una de las ventanas y vio a uno de los “panteras negras” con una ametralladora intentando entrar en el bar de la calle. Juan intentó cogerle, pero en el momento en el que intentó agarrarle y sacarle la ametralladora, el pantera negra se giró, le miró y le dijo: “¡Te tengo!”

Juan intentaba agarrarle pero no podía, era como si le fuese superior, se le durmieron los brazos y las piernas, los pulmones, empezó a ver borroso y, de repente, bajo los pies, se le abrió un agujero, negro, y en ese momento se le aparecieron todas las siluetas de la gente que amaba, sus padres, abuelos, tíos, Starky… Todas las siluetas eran negras excepto la de Starky, que era de un color cian. Juan no lo entendía pero al mirar todas las siluetas sentía un gran dolor menos con la de su fiel perro. En el momento en el que se dio cuenta de esto, el agujero absorbió a todo cuanto le rodeaba.

Le entró el pánico, estaba inmerso en la nada, no notaba ninguna parte de su cuerpo, no podía respirar, no había aire, le dolían los pulmones pero aún y así no se desmayaba, seguía vivo, y pensó… “¿Y si las siluetas significan toda la gente que me está ocultando algo? ¿O las que han muerto? ¿O las que mataran?  


Ivet JIménez y Anna Serra



Entonces la silueta de Starky pasó de color cian a oscurecerse y oyó los ladridos de Starky. Oía como si llorara, no sabía exactamente qué le estaba pasando, necesitar saber, resolver ese misterio, descubrir si su madre seguía viva y abrió los ojos. Se encontraba tumbado en el suelo con una aguja clavada en su brazo izquierdo, justo en el sitio donde te pinchan cuando te vacunan. Se la quitó cuidadosamente con tal de intentar no hacerse daño pero fue imposible. Su brazo empezó a sangrar y, con las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó y se arrancó un trozo de su camisa. Con cierto cuidado rodeó la herida con ese trozo de tela para poder cortar la hemorragia y lo consiguió. Él estaba decidido a descubrir la verdad, volvió dentro de esa casa y a lo lejos vio un cuerpo. Se fue acercando con cierto temor hasta llegar a él y era... El cuerpo de su madre. No, no podía ser, su madre la que siempre le ayudó y apoyó en todo, la mujer que le había dado la vida estaba ahí tumbada en el suelo inconsciente. Se agachó para comprobar si respiraba pero nada, no dio resultado, su madre estaba completamente muerta. Empezó a llorar, pero paró de golpe. De la misma rabia que le comía por dentro sacó todas las fuerzas que le quedaban y decidió subir a la planta superior de la casa. Silenciosamente subió un escalón, luego otro, luego otro hasta llegar arriba. Oyó unos ladridos, pero no eran cualquier ladridos, eran unos ladridos tristes llenos de temor. Poco a poco avanzó hasta llegar el lugar de esos ladridos. No se podía creer lo que estaba viendo, ¡Era Starky! Y uno de los pantera negra le estaba maltratando, así que él corrió hasta allí y, con una pistola que tenía bien escondida, le pegó un tiro pero no cayó, así que le pegó otro, y otro hasta que logró definitivamente matarlo. Se abrazó a Starky y lloraron juntos, después regresaron a su nueva casa, donde vivirían juntos para siempre.