Normas
de escritura del relato:
1.
Antes de escribir, leed todos los textos anteriores, escritos por
personas de la clase para continuar el original de Gerard y Joel
(escogido entre todos). Se ha de escribir entre las personas que
forman la pareja.
2.
Seguid el relato de las personas que ya han ido continuando el
inicial pero debéis aportarle más argumentos, más riqueza de la
trama, quizá más personajes, dosis de intriga para que quien lo lea
lo siga.
3.
Recordad las explicaciones sobre la narrativa. En un relato predomina
la narración pero, cuando se introduzca un nuevo personaje, un
lugar, un espacio o un ambiente se debería describir.
4.
Vigilad con las faltas de ortografía.
5.
Condiciones: escribid un documento de texto en Arial, 12. Entre 25 y
30 líneas. Título del documento: Relato colaborativo.
6.
Hay que cumplir con los plazos previstos aquí abajo para escribirlo.
7.
El resultado final es la suma de la inteligencia colectiva: la
imaginación, la creatividad, la mejora de la historia, etc.
8.
El relato NO se escribe en clase: cada pareja ha de buscar la forma
de verse para hacerlo: en el tiempo de patio en la biblioteca, en un
sitio concreto fuera del instituto, por Google Docs, etc.
9.
Cada texto escrito y enviado ha de tener el nombre de la pareja y se
envía como archivo adjunto (NO en PDF) al correo:
gonzalezprieto@iestorredelpalau.cat
Orden
y días en que el texto escrito ha de haberse enviado
(La
fecha de aquí abajo significa que, antes de que llegue el día
siguiente a esa fecha, el texto se ha de enviar al correo electrónico
anterior)
Martes
15 de enero: Júlia Sanz y Kelly Jonhson.
Viernes
18 de enero: Álex Vega y Joan González.
Lunes
21 de enero: Anna Cabané y Laia Soriano.
Jueves
24 de enero: Claudia Trigo y Clara Moral.
Domingo
27 de enero: Ferran Nieto y Marc Sánchez.
Miércoles
30 de enero: Ivette Palma y Jara Martínez.
Viernes
2 de febrero: Nadia Olet y Rosana Contreras.
Martes
5 de febrero: Laura Rodríguez, Mireia Redondo y María Combarros.
Viernes
8 de febrero: Joan Vallejo y Adrià Serra.
Lunes 11 de febrero: Carlos Romero y Jan Moros.
Jueves 14 de febrero: Gerard Soler y Joel Solà. Final del relato.
Lunes 11 de febrero: Carlos Romero y Jan Moros.
Jueves 14 de febrero: Gerard Soler y Joel Solà. Final del relato.
EL
RELATO INICIAL DE GERARD SOLER Y
JOEL SOLÀ QUE SE HA DE SEGUIR
La
casa estaba oscura, Jake estaba en su cuarto estirado encima de su
cama, en su reloj marcaban las 12 en punto, pero sus ojos estaban
abiertos. La casa estaba en silencio, su hermana Jannie estaba
durmiendo profundamente, su perro Sparty estaba tumbado en el sofá,
al lado del fuego a tierra, y sus padres en su cama. Intentó cerrar
los ojos, pero no podía, sentía un dolor inmenso dentro de su
cabeza, pero finalmente consiguió dormirse.
Suena
un despertador, Jannie entra por la puerta manifestando su
entusiasmo, el comedor estaba lleno de regalos, era Navidad. Pero de
repente, Jake, al levantar su mirada vio cómo una persona con
pasamontañas cogía a su hermana por la cabeza, y le cortaba las
venas del cuello. Una lágrima cayó de su ojo, se levantó de la
cama al instante, pero ya era demasiado tarde, el asesino salió
corriendo, y se escapó en un coche.
Jake
bajó corriendo por las escaleras, pero toda su familia estaba
tumbada en el suelo, con un corte en el cuello y llena de sangre por
su alrededor. Intentó llorar, pero no le salían las lagrimas, pensó
que lo mejor sería llamar a la policía, y al instante lo hizo.
Llamo a la policía, pero le contestó una voz muy grave que decía
que corriese, que corriese lo más lejos que pudiera, y que no
confiase en nadie.
Kelly Johnson y Júlia Sanz
Hubo
un momento de duda. No sabía si correr, echarse a llorar o,
simplemente quedarse quieto y esperar que el futuro determinara su
destino.
Aún
podía escuchar la voz de su madre regañándole, a su padre dándole
consejos y a su hermana contándole historias fantasiosas, que nunca
existieron.
Pero
esa voz, el hombre del teléfono... Tenía que correr pero no podía
abandonar de esa manera a su familia. Se acercó lentamente a sus
padres. El suelo estaba lleno de sangre. Estaba a punto de echarse
atrás pero supo que lo menos que podía hacer era despedirse de
ellos, decirles adiós, el último adiós. Sería la última vez que
los vería. Él siempre se había imaginado que se despediría de
ellos al cabo de 40 años mínimo, cuando murieran de forma
natural, no de esa manera.
Un
halo de tristeza le invadió. Lo hizo rápido. Se acercó a ellos. En
esos momentos no les importaba mucho su estado físico; degollados y
cubiertos de sangre. Les cerró los ojos y se despidió. Se acercó
donde descansaba su hermana, le puso su peluche favorito entre los
brazos; era un bonito potro negro con una gran cola. Le dijo adiós y
se fue.
Corrió
y mientras corría, sabia que no podría descansar tranquilo hasta
que no se hubiera hecho venganza.
No
sabia cuánto tiempo llevaba corriendo, ¿minutos? ¿horas? Ni
siquiera sabía hacia dónde corría. Solo quería ir lo más lejos
que pudiera de su casa, su antigua casa porque ya había decidido que
jamás volvería, aunque todas sus cosas estuviesen allí y lo más
importante: su familia.
Estaba
tan destrozado que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba
llorando y de que estaba en el pueblo de al lado donde no había
nadie por las calles. Sabía que necesitaba dinero, pero ¿cómo lo
iba a conseguir? Decidió que buscaría un trabajo y cuando
consiguiera el dinero suficiente se iría lejos, muy lejos.
Estaba
agotado, se sentó en un banco al lado de una señora mayor. Estuvo
allí un largo rato y después la señora se levantó y se empezó a
marchar. Después de dar unos pasos se giró y le invitó a ir a su
casa. Jake dudo un momento, no conocía de nada a esa señora. Ni
siquiera había hablado con ella, pero ¿cómo sabía que estaba en
apuros y que no tenía a dónde ir? Se paró un momento, no tenía
nada y qué otra cosa podía hacer. Además, no tenia nada que perder
así que, sin dudarlo ni un segundo más, se levantó y se marchó
con ella.
Àlex Vega y Joan González
Cuando
llegaron a casa de aquella anciana notó una presencia extraña, como
si algo diabólico que se escondiese en esa casa pero enseguida se le
pasó al oler unas hamburguesas friéndose en la cocina. Así que no
lo dudó dos veces y se fue a la cocina a ver si la anciana tenía
intención de darle algo.
Mientras
se comía las hamburguesas, la anciana se fue de la cocina a buscar
“su medicamento” pero se fue a buscar un bate de béisbol que
guardaba en la habitación de su hijo pero Jake vio que salía su
cara en televisión, ofrecían 5.000 euros a quien encontrase y lo
llevase a la policía. Jake se levantó de la silla de la cocina y se
fue corriendo hacia la puerta pero allí estaba la abuela con el bate
de beisbol. Así que intentó darle a Jake, le dio en el brazo pero
pudo escapar de la casa de la anciana.
Jake
va corriendo hacia un callejón oscuro, pero cuando entra ve una
figura que se mueve en la oscuridad. Jake va a mirar qué es y es un
hombre sentado en el suelo. Jake se acerca a él. El hombre le sujeta
del brazo y se lleva a Jake.
Aquel
hombre que cogió a Jake se lo llevó cerca de un embarcadero y el
hombre se presenta a Jake. El hombre se llama Nathan. Es alto, con
ropa informal y muy fuerte. Le dice Jake que le cubrirá las espaldas
porque sabe lo que está pasando. Jake al principio no sabe si
hacerle caso porque la última vez que se fue con alguien querían
matarlo con un bate pero a Jake le sonaba esa persona de algo. Sí
que se quedó con él. Se fueron de aquel embarcadero a casa de aquel
hombre.
Cuando
llegaron a su casa,entró y el hombre le ofreció algo de comida y de
bebida. Jake estaba comiendo en la cocina mientras hablaba de lo que
le había pasado con Nathan. Le explicó todo lo que le había
sucedido y Nathan le dijo que cuando era pequeño también se le
murieron todos los de la familia. Se hizo de noche y Nathan le dejó
quedarse a dormir en la habitación de los invitados, así que se
puso a dormir mientras que Nathan se fue a dormir al sofá.
Anna Cabané y Laia Soriano
No
podía dormir, estaba en casa de un “desconocido”, hacía menos
de 24 horas que habían degollado a toda su familia y lo buscaba por
lo menos todo el país pensando que él era el asesino de su familia.
Empezó a llorar en silencio y le pasó por la cabeza un pensamiento
oscuro: suicidarse, era una solución rápida a todos sus problemas.
Dejaría de sufrir la pérdida de sus seres queridos y no tendría
que preocuparse por nada. Pero en seguida su instinto de
supervivencia se hizo notar, y decidió que no abandonaría éste
mundo sin antes vengar su pérdida. Sabía que en una noche toda su
vida había cambiado para siempre, le habían hecho el peor regalo de
Navidad que se le puede hacer a alguien, y aún no sabía por qué a
él y no a sus vecinos, por ejemplo. Con estos pensamientos se quedó
dormido.
Al
día siguiente cuando despertó se dio cuenta de que olía a
chocolate caliente y a bollos, y ése fue el error. Por un momento
pensó que era su madre la que estaba en la cocina, cuando se dio
cuenta de que eso era completamente imposible, ya que su madre aún
yacía degollada en el salón de su casa, con su padre y su hermana,
y no pudo evitarlo: dos lágrimas saladas rodaron por sus mejillas
mientras caía de rodillas al lado de la cama, con la sensación de
que nunca más volvería a levantarse.
Estuvo casi media hora en la misma posición llorando, hasta que entró Nathan en la habitación con la intención de despertarlo. Al verlo en el suelo llorando fue corriendo hacia él, lo cogió por los hombros y lo levantó, lo llevó lentamente hacia la cocina, le dio un vaso de agua y le sirvió el chocolate. Jake empezó a beberse el chocolate como un autómata, se movía, pero no era consciente de que lo hacía. Poco a poco empezó a salir del estado de shock, y se dio cuenta de que se estaba muriendo de hambre y atacó el plato de bollos desesperadamente.
Nathan había estado observándole todo el rato y en sus ojos se veía compasión, hasta que rompió el silencio diciéndole que tenían que irse del país, que ése no era un lugar seguro para él y que debían buscar los asesinos de su familia en otro lugar.
Estuvo casi media hora en la misma posición llorando, hasta que entró Nathan en la habitación con la intención de despertarlo. Al verlo en el suelo llorando fue corriendo hacia él, lo cogió por los hombros y lo levantó, lo llevó lentamente hacia la cocina, le dio un vaso de agua y le sirvió el chocolate. Jake empezó a beberse el chocolate como un autómata, se movía, pero no era consciente de que lo hacía. Poco a poco empezó a salir del estado de shock, y se dio cuenta de que se estaba muriendo de hambre y atacó el plato de bollos desesperadamente.
Nathan había estado observándole todo el rato y en sus ojos se veía compasión, hasta que rompió el silencio diciéndole que tenían que irse del país, que ése no era un lugar seguro para él y que debían buscar los asesinos de su familia en otro lugar.
Claudia Trigo y Clara Moral
Durante
ese día, Jake y Nathan estuvieron intercambiando pequeños detalles
sobre lo que vieron cuando degollaron a sus familias. Nathan intentó
que Jake le explicara qué fue lo que vio esa mañana, más bien de
la apariencia del asesino. Jake no sabía muy bien cómo era, ya que
llevaba un pasamontañas y no le pudo ver la cara. También le dijo a
Nathan que le pareció ver un pequeño tatuaje en su muñeca derecha
donde lo que parecía ser un escudo con una serpiente.
Nathan
le explicó a Jake que, cuando murieron sus seres más queridos, él
estaba como Jake, en estado de shock, deprimido, lloraba
constantemente... pero que eso no le prohibió hacer lo que a él más
le gustaba: viajar. Le explicó que cuando fue mayor de edad, decidió
que iría a conocer mundo. Durante mucho tiempo, vivió en Cheshire
Holmes Chapel, un pequeño pueblo del Reino Unido, y que no sabía el
porqué, pero le dijo a Jake que al decirle lo del tatuaje, pensó
instantáneamente en aquel pequeño pueblo.
Jake
se fue a dormir. Eran ya las 10pm. Estuvo dando vueltas por la cama
muchas horas, pensando. Pensando en algo o alguien. ¡Ya está!
pensó. Recordó que cuando tenía ocho años, por Navidad, vinieron
unos familiares del Reino Unido, de Cheshire. Rápidamente se levantó
y se lo contó a Nathan y este le dijo que eso era algún tipo de
pista o señal, que no podían perder tiempo. A la mañana siguiente
comprarían billetes dirección a Cheshire.
Ellos
sólo iban a investigar más a fondo el caso. Querían saber por qué
a Nathan se le vino a la cabeza ese pueblo al decirle Jake lo que vio
él la muñeca del asesino y si los familiares de Jake sabían algo
sobre eso.
No
perdían nada yendo ahí.. ¿o si?
Marc Sánchez y Ferrán Nieto
Entonces
a la mañana siguiente se fueron hacia Cheshire, prepararon las
maletas rápidamente y se fueron.
A las 9 de la mañana salía el tren de la estación, ellos iban corriendo, pero de repente llegaron a la estación y vieron que el tren ya no estaba allí.
Se había ido, habían llegado tarde. El siguiente tren no pasaba asta las 8 de la mañana del día siguiente y tenían mucha prisa, así que decidieron irse en un taxi, pero no fue la mejor idea...
Salieron de la estación de trenes y vieron un taxi y, sin pensarlo dos veces, se subieron y le dijeron al taxista que los llevara a Cheshire.
Para llegar a Cheshire se tiene que pasar por una autopista, salir a la salida 198 y al primer cruce girar a la derecha, pero el taxista no hizo lo mismo. Cuando Jake i Nathan se dieron cuenta el taxista cerró una ventanilla que había entre el conductor y los asientos de atrás.
Los chicos empezaron a gritar socorro y a pedir ayuda con sus teléfonos móviles pero no tenían cobertura ni uno ni la otra.
De repente vieron una montaña y se asustaron mucho porque se pensaban que se iban a chocar, pero cuando faltaban escasos 50 metros se abrió una puerta muy grande en medio de la montaña y se metieron en un túnel muy grande y oscuro. Nathan tenía mucho miedo y Jake se esforzaba para abrir la puerta, pero sus movimientos eran inútiles, lo único que hacía era perder energía.
Después del túnel el conductor les advirtió a través de un micrófono que se callaran y que sus movimientos no servirían de nada.
De repente todo se volvió negro, no se veía nada y sus orejas se taponaban, estaban bajo el nivel del mar.
A medida que iban bajando se les taponaban aún más las orejas, hasta llegar al momento de perder los sentidos y desmayarse.
A las 9 de la mañana salía el tren de la estación, ellos iban corriendo, pero de repente llegaron a la estación y vieron que el tren ya no estaba allí.
Se había ido, habían llegado tarde. El siguiente tren no pasaba asta las 8 de la mañana del día siguiente y tenían mucha prisa, así que decidieron irse en un taxi, pero no fue la mejor idea...
Salieron de la estación de trenes y vieron un taxi y, sin pensarlo dos veces, se subieron y le dijeron al taxista que los llevara a Cheshire.
Para llegar a Cheshire se tiene que pasar por una autopista, salir a la salida 198 y al primer cruce girar a la derecha, pero el taxista no hizo lo mismo. Cuando Jake i Nathan se dieron cuenta el taxista cerró una ventanilla que había entre el conductor y los asientos de atrás.
Los chicos empezaron a gritar socorro y a pedir ayuda con sus teléfonos móviles pero no tenían cobertura ni uno ni la otra.
De repente vieron una montaña y se asustaron mucho porque se pensaban que se iban a chocar, pero cuando faltaban escasos 50 metros se abrió una puerta muy grande en medio de la montaña y se metieron en un túnel muy grande y oscuro. Nathan tenía mucho miedo y Jake se esforzaba para abrir la puerta, pero sus movimientos eran inútiles, lo único que hacía era perder energía.
Después del túnel el conductor les advirtió a través de un micrófono que se callaran y que sus movimientos no servirían de nada.
De repente todo se volvió negro, no se veía nada y sus orejas se taponaban, estaban bajo el nivel del mar.
A medida que iban bajando se les taponaban aún más las orejas, hasta llegar al momento de perder los sentidos y desmayarse.
Nadia Olet y Rosana Contreras
Por
fin despertaron, les dolía mucho la cabeza y estaban bastante
mareados. Se encontraban en una habitación oscura, atados a una
columna, uno a cada lado. Se les aclaró la vista y vieron a dos
hombres, uno de ellos se les acercó y les susurró que no hicieran
nada, a no ser que quisieran acabar muertos como sus familias. Nathan
intentó defenderse, pero no sirvió de nada. Tenían hambre, les
dieron un mísero trozo de pan a cada uno. Intentaron no dormirse,
por miedo a lo que les pudiera pasar, pero al final se
durmieron.
Al
día siguiente se despertaron, no había nadie, aprovecharon la
ocasión para intentar escapar, Jake no podía y al intentarlo se
hizo bastante daño, por suerte, Nathan llevaba una navaja para según
que casos. Cuando consiguieron soltarse se levantaron buscando la
salida, pero algo les alertó, una puerta se abrió y allí estaban
los dos hombres. Nathan y Jake se abalanzaron hacia ellos, pero eran
muy fuertes, los tiraron contra una pared y los volvieron a atar. Les
dijeron que no tenían escapatoria. Se morían de hambre y de sed,
llegaron a un acuerdo, Jake y Nathan se comportaban y no hablaban
durante 3 horas, y ellos les darían otro trozo de pan y medio litro
de agua para los dos. Los dos hombres planeaban algo, pero, ¿qué?
No había manera de que lo pudieran saber. Pasaron dos horas y
estaban casi muertos, les faltaba otra interminable hora para poder
comer y beber algo. Cuando de repente los dos hombres comenzaron a
discutir entre ellos. Nathan y Jake no entendían qué pasaba,
estaban desfallecidos, pero aún así intentaron concentrar su poca
energía en la situación. Uno de los hombres comenzó a gritar
culpando al otro de algo que los rehenes no entendían. De repente,
el otro hombre sacó una pistola del bolsillo de atrás de su
pantalón y apuntó directamente hacia la cabeza de su compañero,
éste empezó a decir que si tenía lo que hay que tener le disparara
y de repente se escuchó un disparo que venía de fuera, salieron
corriendo a ver que pasaba y entraron el cuerpo de una chica joven,
de unos 20 años, tenía varios disparos, pero el que la mató
definitivamente fue la bala que le entró en la cabeza. Los
secuestradores de la esperaban, ya que tenían una caja del tamaño
de la difunta, la cogieron y la metieron dentro. Jake se quedó
sorprendido, ya que reconocía a la muerta, era una de sus familiares
de Cheshire.
Laura Rodríguez, Mireia Redondo y María Combarros
Joan Vallejo y Adrià Serra
Laura Rodríguez, Mireia Redondo y María Combarros
No saben coómo
escapar, sabían que si no salían de allí
morirían, hasta que a Jake se le ocurrió un
plan y comenzaron a hacer el plan de Jake. Jake se
desató con la navaja y se escondió detrás de la puerta.
Nathan empezó a gritar como un loco poseído: “Jake,
ayúdame a salir por la ventana como tú has hecho” agarrando
los barrotes de aquella ventana chiquitita. Uno de
los secuestradores fue corriendo hacia la ventana y de un
golpe Nathan lo tiró contra la pared haciendo que se
desmayara. El otro secuestrador fue a ayudar a su amigo
pero de detrás de la puerta salió Jake con la
navaja y lo mató. Acto seguido también mataron al
otro secuestrador. Nathan le cogió la llaves del
coche al secuestrador y los dos salieron de la habitación.
Delante del coche empezaron a discutir sobre quién iba a
conducir, finalmente Nathan le quitó las llaves a Jake de
las manos, abrió la puerta del coche, se sentó y lo
arrancó. Jake no tuvo más remedio que sentarse a su lado. Por
el camino Nathan se chocaba con todas las señales
que encontraba, ya que le drogaron y no paraba de chillar.
En medio de camino se les acabó la gasolina, se pararon en medio de un gran bosque con gran parte en cenizas debido a un gran incendio.
Empezaron a andar, andar y andar, hasta que se hizo de noche y vieron una mansión abandonada, se acercaron, abrieron la puerta sigilosamente, entraron y dijeron: ¿Hay alguien? A Nathan le cayó una araña peluda en la cabeza, a Jake no se le ocurrió otra cosa que darle un bofetón en toda la cara para quitarle la araña y Nathan cayó al suelo. Después de una hora Nathan despertó dándole otro tortazo en la cara a Jake.
En medio de camino se les acabó la gasolina, se pararon en medio de un gran bosque con gran parte en cenizas debido a un gran incendio.
Empezaron a andar, andar y andar, hasta que se hizo de noche y vieron una mansión abandonada, se acercaron, abrieron la puerta sigilosamente, entraron y dijeron: ¿Hay alguien? A Nathan le cayó una araña peluda en la cabeza, a Jake no se le ocurrió otra cosa que darle un bofetón en toda la cara para quitarle la araña y Nathan cayó al suelo. Después de una hora Nathan despertó dándole otro tortazo en la cara a Jake.
Joan Vallejo y Adrià Serra
Empezaron
a discutir. Cuando, de repente, escucharon el maullido de un gato. Al
verlo se asustaron mucho.
A
Jake se le quedó la cara muy pálida y a Nathan le empezaron a
temblar las piernas. De repente se sintió un ruido de una persona
que venía del piso de arriba. Empezaron a correr en busca de un
sitio seguro. De repente vieron una puerta vieja de madera agrietada
entreabierta, la empujaron y entraron.
Dentro
había unas escaleras que iban al piso de arriba. Empezaron a subir.
De
golpe sintieron como si el hombre de la mansión se les tirara encima
y los cogía por el cuello y se desmayaron.
Cuando
se despertaron vieron que estaban amordazados y con las manos atadas.
El hombre ya no estaba y Nathan le dijo a Jake que sacase la pequeña
navaja que tenía en el bolsillo de atrás, pero notó que no la
tenía, se le había caído por las escaleras. Entonces empezaron a
llorar,luego vieron a un hombre que estaba medio dormido.
Le
preguntaron cómo se llamaba. Le contestó: “Me llamo Luke”. Le
dijeron que sí sabía cómo escapar de allí. Él les contestó que
sí. Entonces no sabían cómo Luke sacó un cuchillo que se lo sacó
del pantalón. Luke los desató y empezaron a correr. Vieron un
hombre de espaldas y, sin pensarlo, se tiraron encima de él. El
hombre les dijo que solo era un ayudante del jefe. Ellos le dijeron
que dónde estaba el jefe, él le contestó que estaba en la puerta
que había delante de ellos. Entonces Jake no se lo pensó y le cogió
a Luke el cuchillo y se lo clavó en el pecho al ayudante. Se
acercaron a la puerta, la abrieron y de repente se encontraron...
Carlos Romero y Jan Moros
Carlos Romero y Jan Moros
Se encontraron un hombre gordo, con traje, apuntándoles con un revólver. Era “el jefe”. Les dijo que entraran, y que se sentasen en unas sillas delante de una mesa de despacho. Cuando estaban sentados, entraron por otra puerta dos hombres corpulentos que los ataron a las sillas, pero no se dieron cuenta de que Jake aún tenía el cuchillo de Luke. Era una habitación muy decorada, pero lo que más impresionaba era un ventanal desde el cual se veía que estaban debajo del mar, y se veían los peces, el coral... El jefe les explicó a Jake y a Nathan que les quería matar porque hace tiempo sus familias eran de una banda muy sanguinaria , y mató a la familia del jefe, y quería vengarse. Jake se desató a él y a los otros, y se fueron corriendo hacia la puerta, pero estaba cerrada. El jefe les dijo que los dejaría con vida con una condición...
Gerard Solé y Joel Solà
,pero
no les iba a gustar. Tenían que, llevando un chaleco bomba entrar en
un banco y amenazarles de que si no les daban todo el dinero..., y
ellos aceptaron.
Unos
“gorilas” a sueldo les pusieron el chaleco, y les advirtieron que
si se lo intentaban sacar explotaría. Los pusieron en un helicóptero
que los llevó lejos y, cuando llegaron, vieron que no era un banco
normal, sino que era el banco donde el gobierno guardaba todos los
fondos de todos los impuestos de la gente. Al bajar del helicóptero
Nathan se echó a llorar y, gritando, le dijo a Jake que él no podía
hacer eso. Empezó a correr hacia el mar y, una vez allí, se tiró,
y cuando estaba en el agua se quitó el chaleco. Una ola gigante pasó
por encima de todos y los mojó a todos, desactivando así el chaleco
de Jake.
Jake
se quitó el chaleco ya que el agua había mojado los cables y se
habían estropeado. Pero enseguida los matones se acercaron y le
dieron un puñetazo en la barriga. Él se giró y le dio una patada
en la pierna del otro, él se cayó al suelo, y Jake le cogió la
pistola. Se puso de pie y vio un nombre grabado en la puerta del
helicóptero, ponía “Persus”. Supuso que debería ser la
organización que había matado a sus padres y, de repente, se acordó
de ellos. La rabia se multiplicó en su cuerpo, cogió la pistola y
le disparó a la cara del ayudante que se había quedado como un
helado, paralizado por el miedo. La policía vino y le empezó a
preguntar cómo se encontraba. Él dijo que bien, pero luego se
desmayó. Se despertó en un hospital, donde se encontró con uno de
los policías que lo había ido a ver. Él le explicó que la
organización Persus era una banda que traficaba con armas y drogas.
Su padre y la madre de Nathan trabajaban para la C.I.A y habían
descubierto la organización, pero el jefe, llamado Mike, los había
borrado del mapa. También le explicó que habían capturado a Mike
dos horas después de que él se desmayara, intentando escapar a
México, y que ahora estaba residiendo en la cárcel. Jake se levantó
y el policía lo acompañó hasta la sala donde guardaban los
expedientes. Jake se pensaba que estaba en un hospital, pero en
realidad estaba en la enfermería de la C.I.A. En la sala de los
expedientes sacaron una carpeta y metieron una foto de Jake en un
apartado que decía “testigos protegidos”.
El
policía cerró la carpeta y le dio a Jake un sello que ponía “caso
cerrado”. Le dijo que le concedía los honores. Jake puso el sello
en la carpeta y se fijó en su nombre. Ponía: “Caso Persus”.